En China los autobuses modernos del transporte público están en prueba.
Si conduces por China la respuesta a este interrogante puede ser la opción, porque allí han desarrollado una idea revolucionaria para aligerar el transporte público por carretera: los autobuses que circulan por encima de los coches.
Autobuses híbridos, anfibios y que se convierten en trenes para circular sobre raíles. Son muchas las noticias sorprendentes sobre la evolución del transporte público, pero los ingenieros no dejan de maravillarnos con sus creaciones.
Los últimos en saltar a la palestra han sido los autobuses que circulan por encima de los coches. Detrás de este invento están los científicos chinos, que se han puesto manos a la obra para intentar solucionar el caos circulatorio que se vive en las grandes ciudades del gigante asiático. Y la idea parece que ha gustado.
Dos carriles
Se trata de un autobús que ocupa el espacio de dos carriles y que se mueve por algo parecido a unos raíles instalados a los lados de la carretera. Cada uno de estos autobuses tendría capacidad para unos 1.200 pasajeros y podría alcanzar una velocidad de hasta 40 kilómetros por hora.
Energía solar
Como fuente de propulsión, estos autobuses combinan el uso de la energía que recogen a través de los paneles solares instalados en su techo y en el de las paradas, con la que absorben de la red eléctrica local cuando no logran generar energía suficiente. De este modo, además de reducir la emisión de CO2 del resto de vehículos por su contribución a paliar los atascos, se convierte en un transporte público más respetuoso con el medio ambiente que los autobuses tradicionales.
Los inventores de este autobús elevado afirman que su gran capacidad le permite reemplazar a 40 autobuses convencionales, ahorrando las 860 toneladas de combustible que esos vehículos consumirían anualmente y reduciendo en 2.640 toneladas las emisiones de dióxido de carbono al medio ambiente.
Ahorro significativo
El coste de construir uno de estos autobuses y de los trabajos necesarios para acondicionar un tramo de cuarenta kilómetros es de unos 5,7 millones de euros, lo que no llega ni a la décima parte de la inversión necesaria para construir una línea de metro de las mismas dimensiones.
Si se cumplen todos los plazos, a finales de año se pondrá en marcha la primera experiencia piloto en un distrito de Beijing con una ruta que tendrá 9 kilómetros de longitud.
Por Eloísa López.
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